El espresso y la cultura del café


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En 1959, el novelista italiano Italo Calvino, fanático del café y el espresso, recibió una beca para pasar seis meses en Estados Unidos. Una vez que llegó a la ciudad de Nueva York, descubrió una tendencia inquietante.

“La tendencia de los lugares de espresso ha prosperado durante algunos años en Nueva York y se está expandiendo al resto del país”, escribió en su diario.

“Claro, me alegro cuando puedo tomar un café al estilo italiano, pero me cuesta explicarles a los estadounidenses la sensación de malestar que me provocan este tipo de lugares”.

Más de 50 años después, los italianos todavía protegen profundamente la reputación de su país como la capital mundial del café.

Estados Unidos e Italia han comercializado productos y rituales del café durante casi un siglo.

La cultura cafetera globalizada de hoy es el producto de este curioso intercambio transatlántico. De hecho, si estás pensando en ahorrar dinero, existen bebidas no tan costosas que son deliciosas y tienen muchos beneficios.

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La invención del espresso

El café tiene una larga historia en Italia. Venecia fue uno de los primeros puertos europeos en importar granos de café en el siglo XVI.

En el siglo XIX, hombres con bombines se reunieron en las cafeterías de Turín para planificar la unificación del país.

Italia realmente emergió como líder mundial en café gracias al inventor milanés Luigi Bezzera, según Jonathan Morris, historiador del café de la Universidad de Hertfordshire en el Reino Unido.

En 1901, a Bezzera se le ocurrió la idea de pasar agua a presión a través de un puñado de café en polvo para producir una bebida corta y concentrada: el espresso, llamado así porque podía prepararse expresamente para cada cliente y porque el agua tenía que exprimirse a través de el café.

Rápido de preparar y bueno para despertar, el espresso se convirtió en un ícono futurista en el cambio de siglo. Desde ese entonces, comparte su nombre con un tren de alta velocidad.

Las máquinas de café expreso encontraron su lugar en los llamados “bares estadounidenses”. En estos espacios, la gente se paraba en la barra, al estilo de un salón, en lugar de sentarse a la mesa.

El primer bar americano en Italia fue Caffé Maranesi, en Florencia, apodado Caffè dei Ritti por la gente de pie que lo visitaba (ritti significa “vertical” en italiano).

La persona que preparaba el café se llamaba barman, hasta que se acuñó la palabra barista bajo el reinado de Mussolini.

La postguerra y el café contemporáneo

Durante la Segunda Guerra Mundial, el café en el país básicamente desapareció, reemplazado por sustitutos como la cebada, como consecuencia del embargo que la Sociedad de Naciones impuso a la Italia fascista.

Muchos niños italianos probaron por primera vez café real en la versión soluble que traían los soldados estadounidenses. También probaron el chicle, las barras de chocolate y la libertad.

A fines de la década de 1950, la mayoría de los italianos consumían café en casa en la tradicional cafetera moka, construida por primera vez por el ingeniero Alfonso Bialetti en 1933 y ahora es un ícono del diseño italiano en todo el mundo.

Pero hubo excepciones. Un joven Calvino era un cliente habitual del Caffè Talmone, un café de Turín donde se reunía con otros intelectuales para hablar sobre libros y política.

En ese lugar, bebió espresso italiano con una capa de espuma encima, resultado de una patente registrada por el propietario del bar Achille Gaggia en 1947.

Después de mudarse a Nueva York, Calvino estaba desorientado por cómo se comercializaba la bebida en Estados Unidos.

Los italianos contemporáneos experimentan una sensación similar de desorientación cuando entran en una cafetería en Nueva York. No obstante, las cosas han cambiado para bien y, afortunadamente, nos seguimos adaptado a los grandes cambios.

Solo es cuestión de revisar el menú e investigar un poco acerca de las diferentes bebidas disponibles; puedes adquirir tu café favorito con tu reward, así como descuentos en alimentos o bebidas gratis el día de tu cumpleaños. ¿Ya te diste de alta en el programa de lealtad de tu cafetería favorita? ¡Es muy sencillo! ¡No lo dejes pasar!

En conclusión, las opciones son amplias y variadas. Una vez que has hecho tu pedido, el barista siempre tiene preguntas adicionales, incluidas algunas que te pueden dejar un poco confundido. ¡No pasa nada! Nadie nace con todos los conocimientos. Ten la libertad de preguntar y solicitar toda la información que necesitas al respecto.